jueves, 6 de agosto de 2015

H. P. Lovecraft: Contra el mundo, contra la vida, de Michel Houellebecq

H. P. Lovecraft: Contra el mundo, contra la vida. H. P. Lovecraft: Contre le monde, contre la vie. Michel Houellebecq. 1991

Esta obra es un ensayo sobre la vida y la obra del escritor norteamericano Philip Howard Lovecraft escrita por el autor francés Michel Houellebecq.

El libro no es una biografía al uso, aunque se adentra en las circunstancias personales de Lovecraft para inferir el enorme cambio de estilo, experimentado al final de la vida de este autor.

Cualquier persona que acostumbre visitar el blog descubrirá que me decanto sobre la ciencia ficción, con la fantasía en segundo lugar y el horror en un lejano tercer sitio, aunque eso no significa que desprecie al horror, al contrario, los buenos autores de este género me dejan una profunda y visceral impresión, aun mayor que los autores de ciencia ficción. 

Quizá se necesite un misántropo para entender a otro. Houellebecq es famoso por sus novelas nihilistas y agresivas, pero es también un buen analista literario, divide la obra en tres partes: la primera es Otro universo, en donde describe el impacto del horror cósmico en el género, así como un estudio psicológico del escritor norteamericano.
Lo paradójico es que el personaje de Lovecraft fascina, en parte, porque su sistema de valores es totalmente opuesto al nuestro. Racista congénito, abiertamente reaccionario, glorifica las inhibiciones puritanas y juzga repelentes las «manifestaciones eróticas directas». Resueltamente anticomercial, desprecia el dinero, considera que la democracia es una tontería y el progreso, una ilusión. La palabra «libertad», tan cara a los norteamericanos, sólo le arranca risitas burlonas y entristecidas.
En la segunda parte, técnicas de ataque, Houellebecq comenta acerca de la técnica del autor de Rhode Island, de como sirvió de guía a autores más jóvenes (Belknap Long, Bloch y otros), hablando de si mismo como un anciano a los 34 años, la obsesión de Lovecraft con la arquitectura alucinógena y del asco que provocaba en él el mundo moderno.
Bastante indiferente a la idea de restituir una imagen coherente o aceptable del mundo, Lovecraft no tiene motivo alguno para hacer concesiones a la vida; ni a los fantasmas, ni a los trasmundos. Ni a nada. Decide pasar por alto deliberadamente todo lo que le parece carente de interés o de calidad artística inferior. Y esta limitación le otorga fuerza, y altura.
La parte final , Holocausto, analiza la vida de Lovecraft, su enorme carencia económica, su matrimonio frustrado, y el odio que se forma en su interior por los extranjeros y la gente de color. 
Aquí nos acercamos a lo más recóndito del racismo de Lovecraft, que se designa a sí mismo como víctima y ha elegido a sus verdugos. No tiene la menor duda a este respecto; los «seres humanos sensibles» serán vencidos por los «grasientos chimpancés»; serán triturados, torturados y devorados; sus cuerpos serán despedazados en ritos innobles, al son obsesivo de tamboriles extáticos.
Cualquier lector conocedor de la vida de Lovecraft probablemente no aprenda muchos datos duros de la vida del escritor norteamericano, pero es interesante leer los agudos comentario de Houellebecq, quien irónicamente se especializa en el horror humano, de la esclavización monetaria, del deseo sexual no satisfecho, y la confrontación generacional de no poder entender a las nuevas generaciones. Existen muchas personas paranoicas, racistas y misántropas pero se necesita de genio para convertir esa hostilidad en algo creativo.
Su obra de madurez siguió siendo fiel a la postración física de su juventud, transfigurándola. Ahí radica el secreto profundo del genio de Lovecraft, ahí nace el límpido manantial de su poesía: logró transformar su asco por la vida en una hostilidad activa.



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